¿Alguien dijo tiling?

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Ya sabéis por entradas anteriores que a pesar de que he sido fiel usuario de Gnome durante muchos años, desde que dio el salto a la rama 3.x he estado dando tumbos entre diversos gestores de ventanas y/o entornos de escritorio. El primero de ellos fue Fluxbox que aún sigue siendo mi floating window manager favorito y sobre el cual publicamos un podcast en su momento. Tras utilizarlo durante un par de años más o menos, cambié mi sobremesa por un portátil y volví a probar con Gnome. Demasiado pesado, demasiado lento, demasiado farragoso por esas épocas (era una de las primeras versiones y estaba hasta arriba de bugs). De ahí, me lié la manta a la cabeza y me metí de lleno al mundo de los tiling window manager. Sí, esos gestores de ventanas que te organizan las ventanas automáticamente aprovechando todo el espacio de pantalla disponible. Las razones principales eran dos, por una parte, necesitaba aprovechar al máximo las muchas veces escasas 14″ de mi portátil; por otra, echaba de menos el alto grado de configurabilidad de Fluxbox.

El primer intento fue con DWM, esa pequeña joya de los chicos de suckless. Me gustaron mucho la sencillez para configurarlo (un sólo archivo en C que compilas cada vez), su infinita ligereza y las opciones para manejar ventanas (los diferentes layouts, el sistema de tags…). Filosofía KISS, escribe software que haga una cosa y que la haga bien. Eso quiere decir que DWM es exclusivamente un gestor de ventanas, tienes que construir todo lo demás a su alrededor, incluso algo tan básico como un systray. Perfecto si tienes el suficiente tiempo libre, pero no era mi caso. Así que tras unos meses de ciberasceta, vuelta a las comodidades de los entornos de escritorio. El elegido esta vez, XFCE. En ese momento, en la versión cuatropuntoalgo, era una muy buena demostración de cómo hacer un entorno de escritorio práctico, configurable y ligero. Una grata sorpresa, desde luego. Lo puse a punto en poco más de media hora y a funcionar.

Pero pronto me descubrí configurando decenas de atajos de teclado para esto y aquello, tratando de organizarlo todo en distintos escritorios virtuales y desesperado por arañar unos píxeles verticales a la pantalla de mi portátil (hasta el extremo de eliminar la decoración de las ventanas de xfwm). Volví a interesarme por los tiling WM, y i3 estaba pegando fuerte entonces. Contaba con la sencillez de DWM, pero con una barra mucho más funcional (con systray incluído, facilidad para acoplarle conky mediante JSON…) y un sistema de organización de ventanas sencillamente genial. Sólo dos modos, floating y tiling y todo lo demás a merced del usuario. La forma de trabajar con las ventanas se basa en ir generando contenedores que a su vez puedes ir diviendo horizontal o verticalmente y redimensionando (o moviendo) a golpe de tecla. Lo más dinámico que haya pasado por mis manos jamás. Y conservando un par de layouts tremendamente útiles, stacking (¿os acordáis de wmii?) y tabbed (análogo a las pestañas de Fluxbox para organizar ventanas por grupos). Una maravilla. La configuración es aún más sencilla que la de DWM, con un fichero de configuración que por defecto viene comentado, indicando qué es lo que hace cada pedazo de texto, y una de las documentaciones más completas y organizadas con las que me haya topado nunca. A lo wiki de Arch, no os digo más.

«Sí, lo que tú digas debish, pero anda que no son feos los «tailing» esos…»

¿De verdad?

Pronto (o tarde, que ya sabéis cómo nos las gastamos aquí) os cuento algunas de las nuevas aplicaciones ligeras que he descubierto últimamente y que vienen de perlas para este tipo de configuraciones.

Happy hacking!

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