He de reconocer que esta será una entrada un poco atípica. No va de nmap, de como configurar un firewall, de los intríngulis de algún lenguaje de programación ni de la Big-O-Notation. Va de algo más filosófico, o ético, una cuestión de principios, para que nos entendamos. Va de la renuncia general a un derecho fundamental, el derecho a la cultura. Y de cómo el poder del facilismo mina el interés general por preservarlo.
El artículo 44 de la Constitución Española establece que:
- Los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho.
- Los poderes públicos promoverán la ciencia y la investigación científica y técnica en beneficio del interés general.
Sin embargo, los lobbies de la industria audiovisual se empeñan una y otra vez en dificultar el acceso a la cultura, en prostituirlo, en decidir qué podemos y qué no podemos consumir y cómo lo consumimos. Así nacen engendros tales como la SGAE o la AEDE, que hacen poco por artistas, escritores y consumidores y mucho por llenarse los bolsillos (podéis buscar a un tal Pedro Farré…). Y artimañanas como el DRM, el cibergrillete de los contenidos multimedia.
Es preocupante que todo esto le importe a tan poca gente. Que se levante la voz contra el cierre de un sitio de enlaces porque no vas a poder ver tu serie favorita gratis, pero no por el flagrante atentado a la neutralidad de la red que supone. Que el único boicot a las grandes discográficas y editoras, que exprimen a los autores hasta límites insospechados, se reduzca a ahorrarnos unos eurillos para ver la peli de turno o descargar el disco de moda. Que se apoye tan poco a iniciativas verdaderamente honradas, que retribuyen al creador de manera justa y que no limitan el acceso libre a la cultura.
¿Será que el de cultura libre es un concepto adelantado a nuestro tiempo? ¿Algo tan innovador que escapa a la inteligencia social del común de los mortales? Yo creo que no, que más bien es un problema de facilismo, de egoísmo, del yo-mi-me-conmigo. Y aunque pueda parecer complicado, salir de esa peligrosa triada en realidad es bastante sencillo. Podemos regalar cultura libre estas navidades. Podemos apoyar plataformas como Jamendo, autores como Gritando en Silencio o proyectos como Gutenberg. Podemos utilizar software libre en lugar de las habituales opciones privativas. Podemos no gastar un euro en artistas que apoyan a la SGAE o en compañías que promueven el DRM. Podemos compartir a diestro y siniestro, aprovechar las bibliotecas públicas, generar conocimiento para todos. Podemos difundir las bondades de una cultura universal, accesible y perdurable; una cultura en manos de todos, generada por y para todos. Poder, podemos pero ¿queremos?
Yo sí.
2 ideas sobre “Adelantado a nuestro tiempo”
Que buenos ver que hay alguién más que piensa justo como yo, y es que del futuro de nuestra sociedad y de su cultura y del aceso a ella y a las tecnologias «educativas » estamos hablando.
Muy buen post, saludos a todos y a compartir.
amigo.. compañero del software libre (no importa si somos desconocidos)…
Recientemente me di cuenta porque sucede todo esto. Increiblemente la respuesta el significado de una sola oracion:
«la dictadura del dinero».
Saludos desde el sur.